¿Cuándo debemos pedir ayuda y que podemos hacer para ayudarles?
¿Tu hijo se pone muy nervioso cuando debe separase de ti? ¿O cuando tiene que ir a la escuela? ¿Incluso cuando anticipa situaciones que todavía no han ocurrido? ¿Repite frecuentemente “que pasaría si…” o tiene excesivo miedo a que alguna cosa le salga mal?
Si es así, puede que tu hijo esté sufriendo ansiedad excesiva. Los trastornos de ansiedad son los de mayor prevalencia en la infancia y adolescencia. La intervención que ha mostrado mayor efectividad es la de base cognitivo-conductual, con la implicación de la familia.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una emoción básica que experimentan todos los seres humanos. Es normal y saludable y aparece como respuesta de nuestro cuerpo al estrés ante un peligro o amenaza. En general se trata de una emoción adaptativa que nos ayuda a enfrentarnos a situaciones estresantes y mejorar nuestro rendimiento.
¿Cuándo hablamos de ansiedad “normal”?
A medida que se hacen mayores, los niños pueden experimentar miedo o ansiedad ante diversas situaciones, como por ejemplo miedo a los monstruos, a la oscuridad, a caer de la bicicleta, a suspender un examen, o incluso en situaciones sociales. A medida que crecen, desarrollan sus habilidades de supervivencia y pueden afrontar los retos y demandas de su entorno. La ansiedad “normal” es adaptativa, de corta duración y ocasional.
¿Cómo es la respuesta de ansiedad?
La ansiedad se pone de manifiesto como un sistema de respuesta: cognitiva, fisiológica y conductual y nos protege ante cualquier peligro.
- Cognitiva: la atención se centra de forma automática en una potencial amenaza. La respuesta puede variar de la preocupación leve a el terror extremo.
- Fisiológica: sudoración, mareos, tensión muscular, palpitación o aumento del ritmo cardiaco, dificultades para respirar, náuseas, …
- Conductual: realizar o evitar ciertas conductas como respuesta para hacer frente a la situación temida.
¿Cuándo la ansiedad empieza a ser un problema?
Es absolutamente normal sentir ansiedad ante determinadas situaciones o a ciertas edades. Por suerte, los niños aprenden que los monstruos no existen o que los exámenes se aprueban. Sin embargo, cuando los síntomas cognitivos, fisiológicos y conductuales de la ansiedad persisten de forma severa, e incluso interfiere de forma negativa a nivel personal, académico, social o familiar, la ansiedad puede llegar a convertirse en un problema.
¿Cómo se manifiesta en los niños los trastornos de ansiedad?
- Fobia específica: miedo excesivo a animales, viento, relámpagos, sangre o inyecciones o a situaciones específicas como espacios cerrados, ascensores, … La prevalencia de la fobia específica es del 19,3%.
- Fobia social: ansiedad ante la proximidad de ciertas situaciones sociales como hablar en voz alta en clase, iniciar una conversación, hacer amigos y hablar con ellos, etc. Existe una preocupación excesiva por lo que piensan los demás, y suelen aparecer conductas de evitación por temor a hacer el ridículo o ser objeto de críticas. La prevalencia es del 9,1%.
- Trastorno de ansiedad por separación (TAS): La ansiedad por separarse de sus padres o de las personas responsables de su cuidado, o el miedo intenso a que sus padres no vuelvan a casa, no querer dormir solo o negarse a ir al colegio, son indicadores de riesgo que pueden hacer sospechar que el niño este sufriendo este trastorno. La prevalencia del TAS es del 7,6%
- Trastorno de estrés postraumático: La ansiedad aparece tras haber experimentado una situación traumática. Con una prevalencia del 5%.
- Trastorno de pánico: aparición repentina e inesperada de ataques de pánico. Presenta una prevalencia del 2,3%.
- Ansiedad por la salud: preocupación excesiva por la salud, que viene acompañada de conductas de tipo obsesivo-compulsivo.
- Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): excesiva preocupación por todo tipo de cosas, como el rendimiento escolar, la salud e incluso cuestiones familiares o por cosas que pasan en el mundo. Además, suele ir acompañada de irritabilidad, alteraciones del sueño, dolores o molestias musculares causadas por la preocupación. La prevalencia es del 2,2%.
¿Cómo podemos ayudar a un niño que sufre ansiedad excesiva?
- En lugar de evitar o escapar de las situaciones temidas, ayúdale a afrontar sus miedos y refuérzalo cada vez que intente encontrar una solución.
- Habla con tu hij@ sobre la ansiedad, lo que está pasando en su cuerpo y porque sucede. Entender lo que les pasa les ayuda a minimizar la angustia ante los síntomas que sufren, disminuir la ansiedad y las preocupaciones y les ayuda a controlarla.
- Ayúdale a relajarse, realizando respiraciones profundas y lentas.
- Ensénale técnicas distractoras para que se centren en otras cosas.
- El contacto les ayuda a calmarse- Si lo permite, sujétale la mano o abrázale.
- Ayúdale a encontrar un “Lugar seguro” en su mente en el que se sienta tranquilo y calmado y pueda acudir mediante visualizaciones siempre que lo necesite.
- Anímale a escribir todo lo que preocupa o le provoque ansiedad.
- Crear una “caja de las preocupaciones”, donde pueden dejar escritas las preocupaciones que tienen. Podemos dejar las preocupaciones dentro durante una semana y valorar posteriormente si realmente valía la pena preocuparse por ellas, o incluso romperlas.
- Anímale a tener ideas más racionales y objetivas que sustituyan los pensamientos negativos automáticos.
- Otorgar un “tiempo de preocupación específica” (entre 10-20 minutos y nunca antes de la hora de dormir), destinado a atender la preocupación.
- Mantener un estilo de vida saludable, cuidando su alimentación, rutinas de sueño y limitar el tiempo de exposición a pantallas.
Es normal que los niños sientan preocupación o se angustia de vez en cuando. Si la ansiedad de tu hijo es muy intensa, perdura en el tiempo y empieza a interferir a nivel personal, familiar, social o académico, es probable que necesite ayuda.
En ITAE psicología infantil estamos especializados en la evaluación y tratamiento de los trastornos de ansiedad. Confía en nosotros. Estamos aquí para ayudarte.