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¿Qué es la ansiedad por separación?

La ansiedad por separación es un miedo frecuente en los niños entre 1 y 6 años. Se da en forma de protestas del niño ante la marcha de los padres o las personas que asumen este papel. Es un malestar ocasionado por su ausencia y la ansiedad experimentada por la anticipación de su marcha. Este miedo tiene un valor adaptativo, ya que disminuye la probabilidad de posibles daños.

La podemos ver en los primeros días de guardería. Los niños lloran, evitan al maestro y se agarran a sus madres. Esto es normal y suele desaparecer a los 10 o 15 minutos tras la marcha de las madres, cuando la mayoría de niños se introducen en las actividades de juego.

El Trastorno de ansiedad por separación (TAS) es algo más, dándose una ansiedad excesiva e inapropiada para el nivel de desarrollo del niño, relacionada con la separación de las personas a las que está ligado afectivamente. Además, se produce un malestar significativo o un deterioro de la vida social, académica o de otras áreas del funcionamiento de la persona.

¿Qué causa el TAS?

Mientras que un niño o adolescente pueden heredar una tendencia biológica a ser ansiosos, la ansiedad y el temor también se pueden aprender de los miembros de la familia y otros que suelan mostrar un incremento de la ansiedad cerca del niño. Una experiencia traumática también puede desencadenar la ansiedad.

¿Cómo se manifiesta la ansiedad?

En función de la edad, los niños pueden presentar miedos a animales, monstruos, oscuridad, fantasmas, ladrones, secuestradores y otras situaciones que son percibidas como peligrosas para la integridad de la familia o de sí mismos. Son frecuentes las preocupaciones acerca de la muerte. Incluso estando solos pueden explicar experiencias perceptivas insólitas.

Algunas de las manifestaciones más frecuentes son:

  • Malestar excesivo recurrente cuando ocurre o se anticipa una separación. El niño puede necesitar saber dónde estarán sus figuras de apego y estar en contacto con ellas (por teléfono, por ejemplo).
  • Preocupación excesiva y persistente por la posibilidad de perder a las principales figuras de apego (muerte, divorcio) o que estas sufran daño (accidentes, enfermedad…).
  • Preocupación excesiva y persistente de que un acontecimiento adverso dé lugar a la separación (se pierda, secuestro…).
  • Resistencia o negativa persistente a ir a la escuela o a cualquier sitio por miedo a la separación.
  • Resistencia o miedo a quedarse en casa solo.
  • Miedo a ir a dormir sin estar cerca de una figura de apego o a dormir fuera de casa.
  • Pesadillas repetidas con temática de separación, pudiendo trasladarse a la cama de los padres.
  • Quejas repetidas de síntomas físicos (dolores de cabeza, abdominales, náusea, vomitos…) cuando se anticipa u ocurre la separación. Pueden aparecer también palpitaciones, mareos y sensación de desmayo en niños más mayores.
  • Dependencia excesiva incluso cuando están en casa.

¿Qué pueden hacer los padres para mejorar la situación?

Es importante hacer con el niño una educación emocional adaptada a su edad y lenguaje. El niño debe conocer qué es el miedo y aprender como esté se manifiesta en él. Así mismo es positivo dividir el miedo el dos: el miedo amigo y el miedo enemigo. Una parte fundamental de la educación emocional en niños es poner forma a la emoción y visualizarla. Esto ayuda al niño a identificar cuando la emoción aparece y a saber cuándo tiene que poner en práctica las técnicas de gestión.

Pautas:

  • Fomenta su independencia. Deja que poco a poco vaya haciendo cosas solo (ir a casa de amigos, familiares, salir de excursión, etc.)
  • Antes de dejarle solo, si esto le genera mucha ansiedad, prepáralo. Avísale y ayúdale imaginando la situación y haciéndole ver que no tiene nada que temer. Podeis ensayar las situaciones.
  • Enséñale técnicas de relajación para los episodios de miedo y ansiedad y no refuerces esta conducta. Puedes practicar estos ejercicios con él/ella dedicando un momento del día a ellos, así luego los podrá utilizar cuando lo necesite.
  • Animarlo con palabras cariñosas a que se relaje, decirle que no tiene que pasar nada malo y sugerirle que utilice las técnicas de relajación aprendidas.
  • Refuerza sus logros cuando consiga estar solo y realice avances.
  • Ayúdale a reconocer sus pensamientos, sentimientos y reacciones ante la separación. Guíale para que pueda cambiar esas ideas y así controlar sus sentimientos y reacciones.
  • Refuerza su autoestima, confianza y habilidades sociales. Cuanto más seguro se sienta menos temerá alejarse de sus figuras de apego. Para ello, le tenemos que ofrecer oportunidades para que pueda conseguir cosas y confiar en sí mismo, evitando la sobreprotección.
  • Sé un modelo para él, enseñándole cómo reaccionar ante determinadas situaciones.
  • Muéstrale tu apoyo y cariño
  • Haced una lista con las situaciones que puedan suponer un reto. Desde la más fácil hasta la más problemática. Empieza trabajando la más asequible.
  • En caso de separaciones forzadas por hospitalización, por ejemplo, ayudan las visitas a diario o cuando se les asigna una persona concreta para cuidarles de forma regular.

Pide Cita: 93 206 51 51