Son muchos los padres que acuden a consulta preocupados por las conductas disruptivas que presentan sus hijos desde bien pequeños. Este tipo de conductas no sólo implican un daño físico para él y los demás, sino también psicológico. Estas conductas implican una descarga emocional importante que a menudo, reflejan las dificultades que presentan a la hora de gestionar sus emociones y su conducta.
Si estas manifestaciones perduran en el tiempo pueden desembocar en un trastorno de la conducta o en un trastorno de la personalidad, de ahí su importancia para intervenir y abordar el problema a tiempo.
¿Por qué ocurren?
A continuación, os dejamos algunas de las posibles causas por las que un niño podría presentar problemas de conducta:
– Baja tolerancia a la frustración
– Impulsividad
– Déficit de las funciones ejecutivas
– Dificultades de adaptación social, familiar o personal
– Baja empatía
– Baja asertividad
– Sintomatología depresiva
Pero ¿por qué se mantienen en el tiempo?
Se mantienen en el tiempo si los padres y cuidadores cercanos al niño no intervienen adecuadamente en las causas de las conductas problemáticas. También contribuye al mantenimiento de estos comportamientos el reforzar negativamente estos comportamientos, así como un estilo educativo permisivo. Por ello, ante el inicio de problemas de esta índole, es fundamental contar con la ayuda de un especialista o psicólogo infantil para delimitar el plan de actuación y las pautas a seguir ante los nuevos brotes de estas conductas.
A continuación, y para terminar, os dejamos un listado de los principales motivos de consulta que nos llegan. Esperamos que os sirvan para identificar las señales de alarma y cuando deberíamos contar con el asesoramiento de un psicólogo experto en la infancia y adolescencia.
- Baja tolerancia a la frustración: el niño ha llegado a tal punto en el que cada vez que se enfada, quiere llamar la atención, las cosas no salen como él quiere o algo no le gusta o no es lo que quiere hacer, explota mediante gritos. Sería como una forma de rabieta, la cual suele ir acompañada de desobediencia.
- Rabietas: Hasta los 3 años se consideran normales, no obstante, pueden trabajarse con el fin de que no se prolonguen en el tiempo. A partir de los 3 años sí son consideradas un problema a tratar.
- Dificultad para aceptar las nomas: ha llegado un momento donde el niño se niega a seguir una rutina, a aceptar las normas y lo límites impuestos por sus padres y los demás cuidadores.
- Mentiras: el problema aparece cuando son sistemáticas y se utilizan para obtener un beneficio o librarse de algo que no les gusta.
- Robos: Se pueden dar en cualquier edad, pero hay que atajarlos inmediatamente para que no se mantengan en el tiempo. A veces ocurren por la intención de integrarse en un grupo, u obtener el reconocimiento de sus iguales. Suelen darse en la adolescencia.